martes, 18 de mayo de 2010

El diario de un ojete, entrada número dos

Manejaba rumbo a mi casa; en un semáforo vi a un inválido en su silla de ruedas y me pidió limosna. Sentí unas inmensas ganas de decirle: “Vamos Lázaro, levántate y anda”. Pero al instante me sentí como un verdadero ojete. Aceleré rápido y me fui sin darle un centavo. Nunca le dije nada, y el inválido nunca andó.

6 comentarios:

balamh dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
balamh dijo...

no, pues qué más queda que salir huyendo de ahí después de pensar tales atrocidades. No manches!

balamh dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
pukirocks dijo...

me voy a morir si por alguna extraña razon me identifico con este post?

Kassiopeia dijo...

No manches Yeicko, me reí a carcajadas y me sigo riendo cuando me acuerdo!

Yeicko Sunner dijo...

a huevo mi duro, qué bueno que todavía te acuerdas.