viernes, 23 de abril de 2010

El diario de un ojete, entrada número uno

El Baches

Tengo un amigo a quien yo quiero mucho. Es una persona amable y muy honesta, cuando te dice algo lo dice de frente, sin tapujos. A veces se siente triste porque no tiene gran éxito con las mujeres (no quiere decir que yo sí, ni que fuera quién), pues tiene la cara llena de granos; él lo sabe y yo también, se lo he hecho notar –si él es tan honesto, lo mínimo que puedo hacer, es ser igual de honesto con él–; él acepta mis comentarios y se pone cabizbajo, no ha podido hacer nada con ese problema de pubertad.

Su tristeza me toca en lo más hondo de mi ser. Jamás le he podido decir a la cara el apodo, que todo mundo sabe, menos él.

domingo, 11 de abril de 2010

Silencio goteante que suena por su ausencia.
El hueco vacío de la gota que horadó el suelo se encuentra pidiendo más,
Espera con la boca abierta
a que se llene el vacío creado por un volumen distante.

Silencio goteante que falta por su sonido,
Por el espacio que configuró pero que ya no ocupa.

Silencio por la falta de...
(me corrijo)

ausencia por la presencia del no ruido,
Por aquél estar de algo indecible
Que sacude las cimientes de nuestros secretos
En el encuentro con el inaudible silencio.

Silencio goteante que suena por su ausencia,
Que escurre lentamente debajo de la puerta,
Susurrando y deslizando el cariz del tiempo,
La veta de aquél que no puede detenerse y que está siempre presente.