Para A. A.
Qué me dirías si te digo
que quiero jugar con el arete que está debajo de tus labios
que quiero tomarlo entre mi lengua
moverlo
y jugar mientras rozo tu boca
con los míos.
Qué me dirías si me pongo verdaderamente sensible
para que
con cualquier roce
cierre mis ojos y trate de sentirte.
Qué me dirías si revuelvo tu ropa
y busco tu boca y busco tu cuerpo
y busco tu cara y busco tu pelo
y me busco en ti mientras me tocas.
Qué me dirías si descubro tu desnudez
con mi mirada torva y mi boca seca que te degusta.
Sensible eres ante la caricia y sensible soy ante la tuya, pero quiero detenerme en un primer y único instante (y aquí fantaseo): en tu boca sorpresiva, en tus labios casi abiertos y tu mirada descubierta hundida en sí misma. Dante, por favor: “En medio del camino de nuestras vidas, me encontré en una selva oscura”. Principio de oquedad.
1 comentario:
agridulce, o como una cicatriz que no te peudes dejar de rascar, me gusto
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