sábado, 31 de marzo de 2012

Invitación a alguien a quien no me atrevo a invitar

Quisiera elevarme
contigo
hasta respirar aire frío.
Congelarme y no
como Ícaro
arder hasta caer.

Porque yo quiero incendiarme
desde abajo
y contigo subir hasta enfriarnos
y entonces sí
bajar
para elevarnos
otra vez.

Pero admito
tengo miedo de decírtelo.
Y
aunque esto
si lo lees
es una invitación a salir
tu sonrisa
marca liviana que diluye tus labios en una delgada línea
me congela
aunque me prende.

domingo, 4 de marzo de 2012

El diario de un ojete, entrada número ocho

Protuberancia

Santo cielo; el vómito y la sorpresa casi sobrepasan mi esófago. Acabo de ver de espaldas a un ser vestido de hombre joven a la moda. Con pantalón mezclilla claro, suéter rosa atado al cuello y playera blanca tipo polo. Y ¡oh sorpresa vomitiva! cuando descubrí su perfil de tres cuartos. Descubrí a un no hombre, a un ser con una protuberancia descomunal en la papada. Un protuberancia tal que emergía desde adentro de su cuello, subcutánea.

Eso, la protuberancia, estaba a la altura de la garganta e invadía toda la parte la parte inferior de su mandíbula. Si hubiera sido una protuberancia redonda y lisa, quizá la hubiera tolerado, pero no, era una llena de imperfecciones, una protuberancia con pequeñas protuberancias con (cosa que no vi pero supongo) negros vellos gruesos emergiendo de ellas. Había partes que se abultaban más que otras y permitían a las lisas, que eran pocas, verse normales.

Sólo lo vi un segundo, lo que duró mi mirada distraída que, conforme yo registraba el hecho asqueroso, huía desquiciada.

Cuando ponderé lo que me acababa de pasar, me dije a mí mismo: “A simple vista parece alguien normal”. Pero no lo era. De pronto descubrí que alguien estaba viendo fijamente mi nariz, que tengo chueca, haciéndose el occiso cuando lo sorprendí haciéndolo.

¡Hijo de puta! No soy por mi nariz quien soy.