viernes, 10 de marzo de 2017

El cencerro quemado (o dos de las semanas más pinches de Frank Zappa)*


Todos tenemos semanas o meses o años jodidos que parecen pegarse uno tras otro en una inexplicable serie de días lóbregos que no acaban. No voy a justificar mi texto pensando que cuando lo ideé estaba pasando por una rachita medio pinche. En realidad lo pensé después de hilar dos hechos en la vida de Frank Zappa de forma cronológica. Dos semanas que no sucedieron en su vida privada y que tampoco son especulativas; al contrario, estuvieron bastante bien documentadas, a la vista de sus espectadores. Lo bueno es que todo lo malo se acaba y, a veces —recalco el a veces—, tienen un final feliz: una rola icónica y dos discazos, muy a pesar de la silla de ruedas y el cencerro, sobreviviente extraño de un concierto en llamas.

Frank Zappa fue un músico autodidacta que acaparó casi todos los géneros posibles, desde el rock hasta el reggae, desde el jazz hasta la música clásica. En las semanas que me ocupan, todavía tocaba con los Mothers of Invention, y sus conciertos, tanto con ellos o como solista, son recordados por geniales, estrafalarios, críticos, extravagantes, irreverentes pero, sobre todo, por su altísima calidad interpretativa y musical. Muchas anécdotas circulan sobre las audiciones para poder tocar con él, como también de sus ensayos, que eran exigentísimos, pues tenían que practicar hasta 8 horas diarias, cinco días a la semana. Demandaba de sus músicos lo máximo, obligándolos a interpretar cosas casi imposibles como “The Black Page”, una pieza para batería que se llama así por tener tantas notas que la hoja de las partituras es casi negra. A Zappa nunca le gustaron las drogas y tampoco le parecía que sus músicos las consumieran. Se supone que de ahí viene su aberración por Velvet Underground.

Así que tocar en su banda era tocar en la élite: blues, jazz, rock, reggae, en tiempos compuestos pero en sus variaciones más perras. Además, por sus posturas políticas e ideológicas, se burlaba de quien fuera y como fuera; sus comentarios sardónicos y mordaces venían siempre de una crítica feroz del American Way of Life y otras refinadas contradicciones de la cultura estadunidense.

El 4 de diciembre de 1971, a la mitad del concierto en el reconocido festival de jazz de Montreux, Frank Zappa y sus músicos estaban ejecutando “King Kong” cuando alguien del público disparó una bengala y el casino se incendió. En la grabación del concierto se pueden escuchar los crujidos del incendio y a Zappa pedir al público la salida ordenada de recinto. Todos salieron. No hubo ni una sola muerte, a pesar de que muchas personas creyeron que el fuego era parte del espectáculo y no estaban al tanto del peligro que corrían. Tal era la reputación de sus conciertos. La verdad es que el casino sí se incendió, y quienes presenciaron desde fuera, vieron cómo todo el edificio ardió en cuestión de segundos, incluyendo los instrumentos del grupo. Sólo sobrevivió un cencerro. Ese mismo día, Deep Purple se encontraba en un estudio móvil de grabación registrando su nuevo disco. Ellos pensaban grabarlo en el casino. Sin embargo, desde el otro lado del lago observaron cómo el lugar se derrumbó ardiendo e inmortalizaron lo sucedido en “Smoke on The Water”, que es el primer final feliz de esta historia.

Pero Zappa estaba en gira y tenía que tocar forzosamente en Inglaterra a la siguiente semana. Como el grupo no tenía instrumentos, tuvieron que rentar el equipo para poder cumplir con el toquín. Hay una entrevista en la que él se deslinda por completo de la calidad del concierto, pues afirmaba que no era posible acoplarse a un equipo nuevo en tampoco tiempo. Malos augurios.

En Londres, cuando lograron acabar el concierto, en el encore el grupo tocó una versión burlesca de “I Wanna Hold Your Hand” de los Beatles, un novio celoso (dicen que también fanático del cuarteto) empujó a Zappa del escenario, quien acabó en el foso de la orquesta con el cuello torcido de tal manera que sus músicos creyeron que había muerto. Tuvo heridas en la cabeza y espalda, una pierna y una costilla fracturada y su laringe resultó tan seriamente dañada que el tono de su voz se volvió más grave.

Corolario de una racha jodida, Zappa tuvo que estar más de un año alejado de los escenarios. Durante ese periodo grabó dos joyas de su amplía discografía. La primera fue Waka/Jawaka; la segunda, The Grand Wazoo: más jazz y menos burla. Los otros finales felices de esta historia.

***


El destino es caprichoso y burlón. Sabemos que sin duda hubo peores semanas que las narradas en su vida; por ejemplo, las que derivaron en su muerte. Cabe destacar la ironía con la que el hado jugó con el músico: 22 años después, el 4 de diciembre de 1993, el mismo día que empezó su mala racha, Frank Zappa moría de cáncer de próstata. Seguramente lo recibieron con “Why Does It Hurt When I Pee” en el lugar destinado para los genios más chingones.

*Texto originalmente publicado en Dalmata

miércoles, 25 de enero de 2017

Manosea a su novia en pleno metro y lo graban*



No soy como Pablo Castel que aseveró
“todo tiempo pasado fue peor”.
Yo sólo quiero reivindicar a esas personas
en tiempos antaños
que para mirar
¡sí, mirar!
escribían una canción
o pintaban un cuadro
ensalzando ese dulce acto
de quien mira lo que no debe mirar gozando
en vez del burdo acto de subir
sin idealismo
¡ni flores ni miel!
los videos a la red.

Oh tímidos amantes despreocupados
en transporte público y en hora pico.
Con ganas oportunas de hacerse rico
A la vista de todos, muy observados.

Pero esos tiempos han pasado ya
ahora sólo un video de quince segundos.
El uploader no menciona nada de la moza altiva
que cierra los ojos abrasada por el dedo curioso
y sólo remite a la esfera por todos conocida
del imperio amateur voyerista el video.

Y si aún así osan no escuchar esta larga retahíla
no endulzando los pétalos de la mujer que con los ojos filman
y bárbaros presentarán sólo un oteo que envilece
no lo hagan
porque si no se ven pelos
mejor ni subir la película.

*http://www.elgrafico.mx/sexo/17-01-2017/manosea-su-novia-en-pleno-metro-y-lo-graban


Para PT



domingo, 15 de enero de 2017

Los tentáculos me succionan nostálgico*

Siempre he pensado que ver el atardecer es increíble. Sobre todo si tienes una cerveza en mano y puedes ver el cielo con claridad. También he pensado que verlos en la playa es mejor, ahí donde el sol se esconde, dejando ese hermoso crisol cambiante.

Así es Ensenada, una ciudad que no es bonita pero que tiene su encanto. La bahía cuando atardece es bellísima, y si vas a los alrededores lo es todavía más. El Pacífico, inmenso, ante ti y detrás los acantilados. Acostumbro a extrañar cuando como. Sobre todo cuando pienso con quién hubiera podido compartir la comida que estoy buscando. Mientras deambulo por sus calles, después de unas cervezas por la zona del Sauzal, busco algo qué comer. En Ensenada eso es fácil. Sobre todo si te gustan los frutos del mar. Por doscientos pesos te puedes dar un atracón de ostiones, almejas y mariscos que no olvidarás en tu vida. Los puedes encontrar fácil, hay carretas en cada esquina.

Sin embargo, esta vez busco algo más que el puro marisco en frío. Decido irme a Playa Hermosa, al final del malecón, a un puesto que se llama Yiyo’s. Ahí, junto al mar, se pueden comer unos pulpos sabrosísimos y un aguachile increíble (ambos sazonados con la salsa Pipichu, marca de la casa) y también disfrutar de la la soledad, pues el mar, frente al puesto, te arrulla y enajena. Te abstrae y todo te vale verga.

En Ensenada todo es mucho más relajado, más si vienes de Tijuana, donde el ajetreo es palpable y la realidad del país más cruel. Quizá no estén las putas del Hong Kong y la vibra intensa cerca de la Línea; en cambio, están sus almejas y ostiones, alimentos sexuales y nostálgicos. La gente vive tranquila, quejándose de los baches y los gobernantes. Y de esa forma, los atardeceres se dan, tranquilos, tomándose su tiempo. En invierno oscurece a las cinco y media de la tarde. Pero el atardecer empieza desde las cuatro cuando el sol inicia su declive e ilumina la amplia ensenada donde la ciudad se sitúa. El color del cielo comienza a cambiar lentamente. El tono de la luz se vuelve cada vez más cálido e íntimo y las nubes que pasan por ahí se suman al festín de colores que celebra tranquilamente la noche.

Cuando llego a Yiyo’s él mismo me saluda con alegría. Ya he ido un par de veces y he demostrado mi entusiasmo por sus platillos. Pido un pulpo enamorado, que es la especialidad de la casa, mientras él me da un vaso rojo para servir mi cerveza. Ahí, en la calle, junto a la carretilla, hay un horno con leña. Primero sazona los pulpos y los camarones con mantequilla, sal y la salsa Pipichu (una salsa tipo chamoy pero gourmet, disculpando increíble oxímoron) y los envuelve en papel aluminio y pone el paquete directo a las brasas, sobre la madera y el fuego. Después de unos minutos en los que el pulpo se ahuma, los sitúa en la parte superior del horno, que funciona como parrilla, a que se terminen de cocer. Frente al puesto, el horizonte va cayendo junto al atardecer. Sé que tengo muchas cosas que pensar, algunas recurrentes y otras que quiero olvidar, pues detesto extrañarla, todavía.

Yiyo’s me sirve el plato, que tiene los mismos colores que el cielo. Espero unos segundos a que se enfríe un poco, bebo mi cerveza y y sólo entonces como el pulpo enamorado. Su sabor ahumado es lo primero que percibo, después lo suave de sus carnes, cuyos tentáculos de deshacen en mi boca, y al final, el sabor de la mantequilla y la salsa de la casa. En esos momentos no sé qué podría pedir extra, quizá unos besos y una morra con quien compartir. Al fin y al cabo, comer mariscos es casi como estar un poquito con una mujer. ¿O nunca han hecho símiles entre el sabor de la hueva del salmón y una vagina? Podría servirme más cerveza y detener el diálogo interno durante un tiempo para así parar imaginariamente la caída del sol. Sé que debo dedicarle unos minutos a pensar en un texto que debo escribir, pero no lo hago. Sumerjo mis ojos en el mar y los cierro amarillos. 

*Este texto apareció en la revista Picnic (enero 2017) con el título "Los pulpos se comen con calma".

jueves, 24 de marzo de 2016

el terror metafísico estaba servido


me compré unos calzones ajustados porque creí le gustarían a la chica que me late.

además de los suéteres
me puse los susodichos calzones, otros térmicos y, encima de estos, los pantalones:
era invierno.

durante todo el día sufrí
cada vez que me agachaba
cada vez que tenía que levantar algo pesado
cada vez que tenía que amarrarme las agujetas
o recoger una piedra del camino
los calzones se caían en mi parte posterior
con todas las demás capas de ropa.

no importaba lo que hiciera
ni cómo los ajustara
ya fuera con el resorte apretando al calzón térmico o con el resorte apretando al pantalón
o con el cinturón cortándome la circulación sanguínea
la ropa se caía
inevitablemente
de mis caderas.

asumí que la elección de los textiles eran la fuente del problema
(ahora me doy cuenta que no estaba pensando bien)
acepté mi destino y decidí dejar caer los pantalones con libertad resignado
como quien flota en un río y se deja llevar por la marea. muy zen.

al día siguiente, cuando me metí a bañar, descubrí que traía los calzones puestos al revés
o sea que donde generalmente tengo la cabeza traía la cola. de golpe
el terror metafísico estaba servido.

y para mitigarlo
frente a la regadera ponderé durante un segundo eterno las posibilidades sexuales
o filosóficas
del encalzonamiento reverso
y pasó el tiempo
y cayó el agua
y se elevó el vapor
y como no encontré ninguna siquiera interesante
mejor escribí las aquí suscritas.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Burger Cheese



como vegetariano tuve que trabajar
en una conocida cadena de hamburgesas
ahí
aprendí el procedimiento
más rígido imaginable
llamado "proceso de producción para Burger Cheese"
cuya automatización me amenazó
con la locura en capas
un tetris constante de pisos y colores
que caían
uno
sobre
otro.

cuando te vi en el metro
me gustó la sistematicidad
de tu vestimenta

negro pelo, blusa roja y saco negro,
faldita rojísima, muslazos blancos
y a la mitad de estos, medias negras.

mira (me dije)
esa es una hamburguesa
que sí me comería.
y la pedí con doble tocino
aunque costara extra la lencería.

jueves, 3 de septiembre de 2015

chica es captada desnuda fumando mariguana



en una noticia se leía
hija de alejandra guzmán es captada desnuda fumando mariguana:

qué rico
pensé 
sin importarme de quién se tratara
habrá quienes me digan 
está bien fea
es una pendeja venida a más
ella qué, representa la cosificación de la mujer
que no piensa pero es objeto
pero ellos realmente no lo entienden 
porque qué rico
imaginar
a una chica
desnuda
fumando
marihuana
picar el link, encontrar las imágenes pixeleadas
que podrían ser de cualquier otra chica
y pensar en la metafísica de todo esto:

lo imaginado es más poderoso que la imagen de un paparazzi
al que poco le importa el hecho onanista sino el escándalo
olvidándose de lo esencial:

que a una chica desnuda fumando mariguana
no se le desacrédita
se le festeja mirando
calladito
al fondo de un cristal
y con las manos quietecitas.

martes, 27 de enero de 2015

De cuando algo te molesta y lo tienes que quitar porque incomoda


Macbeth es en lo primero que pienso cuando veo mis manos esangrentadas. O quizá en Raskólnikov o en un asesino serial o en un amante perversón y afligido. No hay frente a mí un espejo. Tampoco un lavabo ni lejía para quitarme la sangre.

Fue un sólo rascar que desató la marea; y bajo la luz del aparador, mis manos adquieren un tono siniestro, un halo trágico, y las escondo porque tan sólo fue un rascar, un no dejar quieto la protuberancia seca que me molestaba.

Sentir la sangre fluir, probar su sabor, ver las gotas grandes sobre mi cara caer, en mis labios, en la computadora y no poder detener la hemorragia, mientras, alrededor mío, la gente pasaba sin percatarse, e imaginar la avaricia que motiva al hijo a deshacerse de su padre por el control de la empresa, el placer del amante que guarda para sí, lejos de los ojos comunes, la mancha morada en su dedo medio pensando en no lavarse hasta hacerla suya de nuevo al día siguiente, o la desazón del esposo que regresa a su casa del trabajo, mata a la esposa y en los andenes del metro, bajo la luz blanca, adquiere consciencia de sus celos, ve la sangre roja seca y se tira cuando llega el tren.

Porque
al final de cuentas
sólo fue un rascar.

Pues esa es la tarea del escritor
decir
sangre no es sangre
sangre es otra cosa
un asesinato
un goloso acto sexual
un palpitar de carnicero
sangre es un sacrificio al dios hambriento.

Porque sólo fue un rascar.
Pero rascar no es rascar
es otra cosa
es sólo sacar un moco
es un quitar el dique, es un romper la presa y es un no poder detener la hemorragia en un lugar público sin un pañuelo.

Veo la sangre en mis manos secarse y pienso en Macbeth, porque tan sólo fue un rascar, un me estorba y lo quito del camino, un cambio de significante, un pensar en sentido figurado.

jueves, 1 de enero de 2015

Derivada



No recibiré de ti
tu sangre menstrual
en un pañuelo blanco.

Ni encontraré una mancha
amarilla en mi colchón
por haber dormido desnudos
sin tocarnos
aunque gotearas fértil.

Tampoco probaré el amargo
sabor de tus labios bajos
cuando abro la boca
adentrándome en tus tijeras carnosas

y menos oleré tus axilas sudadas
con ese aroma palpitado
que me da cuerda,
afilando mi mirada más torva.

Sin embargo guardaré
para mí
haberte logrado emitir
en nuestra única cita
el fuerte perfume de tu cuello
al lamer el lóbulo derecho de tu oreja
descubriendo en tu columna única expuesta
tu otro cuello abierto
reflejo derivado de una función mayor
que no permitiste dejarme sentir
atisbándote
desde dentro tuyo
con mi único ojo despierto y escupiendo.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Excusa no pedida acusación manifiesta o jovencita tuvo sexo con su gato y trató de matar a su vecino

Dijiste
por lo que me hizo, 
señor policía,
porque yo no tengo cámara
y yo no los subí…
los videos al internet.
Él fue.
Mi vecino.
Me espía.

Ahora ya sabes
que no todo es como lo imaginas
el rabillo a veces engaña
y el ojo torvo te dice
nos está viendo
y mientras te cambias
y te tocas
inocentemente
piensas
que me vea el viejito
que me vea tocándome
el viejito.

Pero él sólo pasaba por la ventana
para cambiar el canal
de su tele vieja
o para correr la cortina
y nunca viste detrás de ti
el foquito que parpadeaba rojo
en la cámara de tu hermano.

En la comisaría
después de cerrar los expedientes
fue fácil encontrarte en google
(gato + sexo + dueña)
bajo el sugestivo título
"Linda hembra maúlla mientras se masturba"
y los videos
que sólo tenían diez visitas
fueron revisados por los detectives
que decían
no veo al gato
¡no veo al gato!

Ni siquiera tu enhiesto hermano sabía
qué era lo que pasaba debajo de la cobija
compartida.
Durante largos días
lloró desconsolado
no eras tú
quien maullaba
como gatita.

Fuente: http://www.elgrafico.mx/viral/18-07-2013/jovencita-tuvo-sexo-con-su-gato-e-intento-matar-su-vecino

Perra da a luz a dos gatos

Largos años ocultos vivió el escarnio
de esconderse para adorarse
con otro que no era igual a ella.
Su amante
recibió en la barda
sombrerazos y golpes
y gritos y zapatazos
para que callara
sus gritos más desaforados.
Ella
sólo mordía el hueso
más fuerte
con los ojos cerrados.
Eran uno solo en las noches con luna
y compartían las albóndigas y la pasta.

Se llamaba Fufi
y cuando sus hijos nacieron supo
que todo el mundo se enteraría:
ella y el gato
cogieron un ratón
y se divirtieron con la presa.

—Ay amor ¿qué haremos?
dijo Fufi en voz alta
cuando vio salir a los mininos
de su panza.

Pero el gato ni le contestó.
No fueran a cobrarle la pensión
alimenticia. 


Fuente: http://www.elintransigente.com/mundo/2013/4/20/algo-nunca-antes-visto-perra-luz-dos-gatos.-mira-video-180592.html 

viernes, 25 de julio de 2014

buscando un lugar bonito dónde besar

                                                               

      para tania fz


a mi imaginario visual
—y esto no tiene ninguna
connotación sicoanalítica—
añadí otro retrato romántico
sólo por nombrarlo de una forma.

he soltado besos
esperando al metrobus
cerca de la zona rosa
en noches lluviosas
con una estudiante de letras.

en los pasillos que llevan
a los meaderos de un bar
de mala monta en Berlín
convencí a una amiga
de darme unos besotes
olvidándonos ambos
del tremendo aroma.

también supe que fui yo quien
formado en la fila
para pagar el tren ligero
busqué un primer beso
al sur del df
alardeando de las facultades
sensuales del mole de piñón.

y que incluso me vieron
echando verbo de boca en boca
en el metro de la ciudad
a la hora en que la flora y fauna chilanga
más decadente sale a flote
y escogen sus rinconcitos
libres para solazarse
a una muchachona
con la que tomaba clases de regularización.

Y ayer
en la más pinchurrienta estación
de metro europea
bajo la lluvia
pero sin luna llena
a una muchachita
—tremebundamente linda—
le saqué unos besitos a color
sin un encuadre postal
típicamente berlinés
en un andén abandonado
recargado en una máquina de refrescos
descompuesta.

toda una tristeza el lugar
no así el beso.

y por más que trato de ponerme lírico
y emular a estos nuevos poetas
con sus escuetos paisaje urbanos
o darle vuelta a la madeja
entre capa y espada
a la usanza de lope de vega
o cotorro entre Juárez y Loreto
y ser fauleado por la nena
ando en las periferias del texto
dando besos donde me agarre la urgencia
y olvido mis lecturas más chidas en casa
con sus referencias más ñeras.