martes, 18 de mayo de 2010

El diario de un ojete, entrada número tres

A un amigo saxofonista le dio pancriatitis (o como se diga) por el mucho beber y por el mucho tomar, así, con infinitivos sustantivados. Mi amigo se me moría en gerundio (porque quién sabe cuándo empezó a morirse), y yo que le invito una chela. No me ha dado las gracias, pero sus ojos ya se ven más rojos y amarillos. Dizque es el higado (o el páncreas). Da lo mismo.

Pensé, por un momento, que cada vez se acercaba a ese grupo de músicos que sobresalían no por su dominio del instrumento, sino por lo mucho que se atascaban. Porque los hay chingones, los buenos y atascados (los que sí se mueren). No seudoaficionados, drogados y malos. Siempre lo he dicho, no se trata de drogarse y hacer arte; si no de hacer arte y drogarse y morirse.

No hay comentarios: