sábado, 7 de abril de 2012

Diario de un ojete, entrada número nueve

No jugarás con hipocondría de las personas


I

Es claro que cualquier evento que los medios sobredimensionen puede causar en las poblaciones de las grandes metrópolis una paranoia total. Era la época del primer brote grave de influencia H1N1. Yo estaba en el vagón del metro de la ciudad de México, cuando, sin querer, le metí el pie a una señora. Me volteé para pedirle una disculpa. “Estúpido”, me increpó. Y yo me encabroné. Nos enzarzamos en una discusión estúpida, donde los insultos no estuvieron de más. Yo, con la cabeza más caliente que nada, al ver que la señora no entendía que no le había metido el pie a propósito, decidí hacer algo inaudito. Me bajé el tapabocas y le tosí directamente en su cara. Algunas personas me miraron sorprendidas, otras murmuraron molestas y sólo algunos se rieron, pero nadie se levantó para recriminarme mi acción; tanto miedo tenían. Decidí lapidar la discusión. “Espero te dé influencia”. En la siguiente estación, me bajé, visiblemente enojado, pensando en el desenlace de aquella infortunada trifulca, en que quizá pudo haber habido un desenlace más excepcional que falsificara y redimensionara los hechos.

II

En el vagón del metro, una señora me gritó “estúpido”, cuando, sin querer, le metí el pie. Yo me encabroné, porque intenté disculparme y ella seguía increpándome mi falta de atención. Me enredé en una discusión estúpida y con la cabeza más caliente que nada hice algo inaudito. Me bajé el tapabocas y antes de poderle toser en la cara salieron dos policías y me cubrieron con un tapabocas que ellos traían y luego me esposaron. Me bajaron a empellones del vagón y perdí el conocimiento; no sé si por un golpe que ellos me dieron o por verme esposado. Cuando desperté, estaba en una sala blanca, con largos asientos de metal inoxidable, donde habían muchas personas como yo: esposadas y con un tapabocas de la PFP. En la parte alta de un mostrador que había al final de la sala, había un letrero que decía “Agencia para Prevención de Paranoia Ciudadana ante Posibles Brotes Infecciosos y Epidémicos APPCPBIE (acrónimo impronunciable)”. Casi me cago en los pantalones. Estaba como en una película gringa de conspiración pero a la mexicana.


III

Un día una señora se molestó conmigo porque tropecé con ella. A pesar de explicarle que había sido un accidente, la señora seguía recriminándome mi falta de atención. Le dolía el talón y el empeine. Se enojó y me gritó. Le grité de regreso y ella a mí. Dos personas trataron de calmarnos, y lo hicimos. Aunque murmurábamos. Nos vimos a distancia prudente. Ella escupía un poco al hablar, o así me pareció. De pronto, la señora deslizó un “pendejo” que me prendió más. Yo le grité otra vez. Ella se alejó y nunca más la volví a ver. Pinche gente cabrona.

2 comentarios:

pukirocks dijo...

parece episodio de la dimension desconocida donde cada final NO es feliz si no bizzarro

Ambar Garcia dijo...

hahahahahahaha me quedo con el primer mori de la risa cuando lei la parte de le tosí en la cara hahaha epico!